Historia Tonus

Tonus. Vanguardia underground y dodecafonía de la década de 1950 en Chile

por Daniela Fugellie

Hace seis décadas, en 1959, se realizaron los últimos conciertos del grupo Tonus, emblemático representante de la música de vanguardia de los 1950s en Chile. Si bien los nombres del grupo y sus participantes no son desconocidos en Chile, hasta ahora no se contaba con registros sonoros del repertorio creado y difundido por este grupo, en ciclos de conciertos organizados de manera independiente y en lugares poco tradicionales. Así, lejos de los teatros y salas de conciertos de la vida musical santiaguina, los ciclos anuales de Tonus se realizaron en radios (especialmente en la Radio Cooperativa) y en los Institutos Chileno-Británico, Chileno-Francés y Chileno-Alemán de Cultura. Ya que ni sus integrantes, ni su repertorio, ni tampoco los lugares frecuentados, correspondían a la escena ‘oficial’ de la música docta de aquellos años, concentrada en la Universidad de Chile y en torno a la magnética figura de Domingo Santa Cruz, Tonus se presenta a todas luces como una escena underground de la música contemporánea de los 1950s. Por lo mismo, no es casual que la historia del grupo no haya encontrado fácilmente un lugar en la historia escrita de la música chilena, pese a haber sido un proyecto que influenció a un número importante de intérpretes y compositores nacionales. Reconstruir esta historia ha pasado por un extenso trabajo de búsqueda en archivos públicos y personales, desde los cuales se han recopilado los programas de los ciclos de conciertos de la agrupación y partituras conservadas en su mayoría como manuscritos.

La historia de Tonus comienza algunos años antes de sus primeros conciertos, realizados entre 1953 y 1959. Ya en 1947 llega a Chile el compositor y pianista Fré Focke (1910–1989), quien estudió piano y composición en Ámsterdam, su ciudad natal. Entre 1941 y 1944 Focke residió en Alemania y Austria, donde su esposa, la contralto Ria Focke, realizó una importante carrera como cantante de ópera. Por su parte, Fré Focke se desempeñó como pianista y fue alumno privado de Anton Webern, uno de los mayores exponentes de la así llamada Escuela de Viena, conocida por el cultivo de la música atonal libre y dodecafónica. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial y viéndose enfrentados a dificultades profesionales, habría sido Claudio Arrau quien les recomendó probar suerte en América del Sur. En Chile, Focke trabajó como profesor privado de piano y composición, siendo reconocido como el formador de un amplio grupo de compositores chilenos interesados en la música atonal y dodecafónica, entre los que se cuentan Leni Alexander, Miguel Aguilar, Juan Allende-Blin, Roberto Falabella, Tomás Lefever, Abelardo Quinteros, León Schidlowsky e Ida Vivado. Ya en 1947 Focke entró en contacto con compositores chilenos interesados en la música de vanguardia, como Pablo Garrido y Eduardo Maturana (1920–2003). Maturana se había formado como violista en la Universidad de Chile y había sido alumno de composición de Pedro Humberto Allende. La llegada de Focke a Chile coincide con la época en que Maturana, de manera autodidacta, se había abocado a la composición dodecafónica a partir del estudio de libros y partituras llegados desde el extranjero. A este grupo de vanguardistas se sumaría en 1952 el flautista y compositor Esteban Eitler (1913–1960). Nacido en Austria, Eitler llegó en 1936 a Buenos Aires, donde fue desde 1941 alumno de composición del pionero de la dodecafonía sudamericana, Juan Carlos Paz. Con Paz trabajó asiduamente en los conciertos de la Agrupación Nueva Música, especializándose como intérprete en el repertorio contemporáneo y cultivando como compositor la música dodecafónica. Pero Eitler se desempeñaba también como músico popular en orquestas radiales y su asentamiento en Chile se concretó por haber conseguido un trabajo, como músico popular, en la Radio Cooperativa, el cual habría sido proporcionado por Maturana. El mismo año de su llegada a Chile, 1952, se registran conciertos de Eitler y Focke juntos, organizados por la revista cultural Pro Arte. Entre 1952 y 1953 realizaron conciertos de música contemporánea en la Radio Cooperativa, de los que participan junto a Eitler, Focke y Maturana, el cellista y oboísta Hans Loewe, el fagotista Hans Karpisek y otros, y donde se interpretaron obras de Eitler, Focke y Maturana, de alumnos chilenos de Focke y del repertorio atonal y dodecafónico internacional. Esto da el impulso a la creación del grupo Tonus.

De acuerdo a los programas de conciertos conservados en diversos archivos, la Agrupación Tonus realizó ciclos de conciertos entre 1953 y 1959. En 1953 figuran en los programas Focke, Eitler y Maturana como sus fundadores. Sin embargo, en 1954 el nombre de Maturana como organizador, intérprete y compositor prácticamente desaparece de los conciertos, para reaparecer en los últimos conciertos del grupo. Focke y Eitler son entonces los principales impulsores de los conciertos realizados entre 1953 y 1956, que fueron de una inusual intensidad, con al menos 20 conciertos ofrecidos en 1954. Si bien el foco principal estaba en el repertorio del siglo XX, con una gran mayoría de obras ofrecidas como estrenos mundiales y estrenos chilenos, Tonus también ofreció conciertos con obras de los siglos XVII y XVIII, llegando grabar un LP de música barroca. En cuanto al repertorio contemporáneo, destaca la internacionalidad de los programas, donde se interpretaron obras de Eitler, Focke, Quinteros, Schidlowsky, Becerra, Falabella, y Maturana, pero también de los dodecafonistas brasileros César Guerra-Peixe y Cláudio Santoro, de los compositores de la Escuela de Viena Arnold Schönberg, Alban Berg y Anton Webern, de compositores ingleses, franceses, alemanes y otros. Esta internacionalidad se replica en el grupo de intérpretes participantes, en el cual junto al holandés Focke y el austríaco-argentino Eitler se encuentran también el emigrante alemán Hans Loewe, el clarinetista español Rodrigo Martínez – colega de Eitler en la escena de la música popular, el violinista polaco Stefan Terz, la violinista húngara Magdalena Ötvös, el fagotista austríaco Hans Karpisek, junto a diversos colegas nacionales, entre ellos el violista Raúl Martínez, el flautista Heriberto, el mismo Maturana en la viola, el cellista Jaime de la Jara, el mismo Maturana en la viola, y otros. Se trata así de un repertorio de la vanguardia internacional interpretado por un grupo de músicos igualmente internacionales, donde el interés por reflejar el acontecer actual de la música contemporánea destaca como una inquietud fundamental, y que contrasta de esta manera con los discursos sobre la necesidad de fortalecer una música docta de orientación nacional que en ese momento imperaban en América Latina.

Por razones biográficas, la intensa experiencia de la Agrupación Tonus fue de corta duración. En 1955 el exalumno de Focke, León Schidlowsky, regresó de sus estudios en Detmold, Alemania, integrándose a Tonus. Luego de un activo año 1956, en 1957 tanto Eitler como Focke abandonaron Chile. Una grave enfermedad de su esposa motivó el regreso de los Focke a Holanda, donde Ria falleció en 1957. Eitler, por su parte, decidió probar mejores rumbos profesionales asentándose en 1957 en Sao Paulo, Brasil, junto a su esposa y sus hijos Valter, Cristina, Rolando y Haydée. Lamentablemente, en 1960 fallecería de leucemia en esta misma ciudad. Con Schidlowsky a cargo de la agrupación, Tonus continuó realizando conciertos de un perfil internacional, si bien en menor intensidad. Finalmente, en 1959 los compositores vinculados a Tonus decidieron ingresar a la Asociación Nacional de Compositores (ANC), presidida en aquel momento por Domingo Santa Cruz, dándose así una hasta entonces inédita fusión entre compositores de un perfil más moderado y otros decididamente vanguardistas. En 1961 Schidlowsky llega a ser tesorero de la ANC y entre 1963 y 1965 Pablo Garrido (de regreso en Chile luego de una larga estadía en el extranjero) llega a ser presidente de la ANC, con Maturana como secretario y dos alumnos de Focke, Lefever y Leni Alexander, como tesoreros. Así, los compositores vanguardistas se integran a la ‘oficialidad’ de la música nacional, si bien la idea de la existencia de un ciclo de conciertos independiente, de un perfil internacional, desaparece junto con Tonus en 1959.

Las obras del presente disco fueron interpretadas en los conciertos de Tonus, siendo en su mayoría compuestas para esta agrupación, lo que implica que los compositores pensaron las partes instrumentales expresamente para Focke (piano), Eitler (flauta traversa) y Loewe (cello, oboe y corno inglés). La Sonatina (1952) para flauta de Maturana figura en los conciertos realizados en Radio Cooperativa en 1953, en conciertos en el Instituto Chileno-Británico de Cultura el 2 de julio de 1953 (por Eitler) y en 1959 (por Heriberto Bustamante). El Trío. In memoriam Anton Webern (1955) de León Schidlowsky fue estrenado por Eitler, Focke y Loewe el 25 de julio de 1955 en el Instituto Chileno-Británico. En este concierto los mismos intérpretes presentaron el Trio 1955 (1955) de Esteban Eitler. En el mismo escenario se estrenó el 21 de junio de 1956 el Trio 1956 (1956) de Eitler, con Focke, Loewe y la cellista Inés Lobo. También en el Chileno-Británico se interpretaron el 25 de octubre de 1956 las Variaciones (1956) de Gustavo Becerra, con Eitler, Loewe y la pianista Elvira Savi, en un concierto dedicado a la música chilena en el que se interpretaron obras de Pedro Humberto Allende, René Amengual, Falabella, Schidlowsky y Juan Orrego-Salas. En cuanto a las obras de Focke aquí presentadas, no hay registros totales de sus estrenos. Las partes 1 y 2 de las Transiciones / Übergänge (1954/55) para canto, piano y diversos instrumentos figuran en un concierto del 26 de mayo de 1955, con Úrsula Rotzoll (canto) y Focke (piano); ambos figuran presentando las partes 2 y 3, nuevamente en el Chileno-Británico, el 25 de julio de 1955, junto a los tríos de Schidlowsky y Eitler ya mencionados. Por su parte, los Intervalos. Música dodecafónica instructiva para piano (1955) fueron estrenados por Focke el 4 de septiembre de 1956, también en el Chileno-Británico.

En su totalidad, las obras aquí recopiladas corresponden a la composición dodecafónica, presentando diversas aproximaciones compuestas en Chile a partir de este método. Así, si bien tanto Focke como Eitler y Maturana se sienten herederos de la vanguardia musical iniciada por Schönberg, los resultados sonoros aquí presentados demuestran que su manera de enfrentarse a la composición a partir de una serie formada por los doce tonos de una escala cromática es muy individual. En esto influye el grado de conocimiento de cada compositor de la obra de los compositores de la Escuela de Viena y sus aplicaciones del método dodecafónico, como también las preferencias personales. Común a todas las obras es la brevedad de los movimientos que las componen y que apunta a un discurso musical concentrado a sus elementos fundamentales, sin adornos innecesarios, además de la atonalidad, que no implica necesariamente un uso sistemático de las series de doce tonos.

La Sonatina (1952) de Maturana posee un carácter lírico y expresivo, en el cual cada uno de sus breves movimientos se presenta como una pieza de carácter. Esto la vincula con la estética del expresionismo alemán, previo a la dodecafonía. Estilísticamente, la obra se asemeja a las conocidas Diez Miniaturas (1950) para cuarteto de cuerdas de Maturana, que también fueron estrenadas en un concierto de Tonus en 1953. Similares en su comunicativa expresividad son las Variaciones (1956) de Gustavo Becerra (1925-2010), un compositor que prácticamente no sido vinculado con la historia de Tonus, pese a ser conocido como el introductor de la enseñanza de técnicas de composición de vanguardia en la Universidad de Chile. Efectivamente, en Tonus se interpretaron desde 1953 obras de Becerra, lo que apunta a que sus vínculos con esta agrupación podrían haber sido influyentes en su desarrollo como compositor. Por su parte, el Trío. In memoriam Anton Webern (1955) de Schidlowsky se vincula con el estilo de Anton Webern, compositor que conoció a través de Focke, pero también durante sus estudios en Alemania, los que coincidieron con un auge en la recepción de dicho compositor en la Alemania de la posguerra. El estilo puntillista, que establece relaciones entre tonos de registros alejados y exige de esta manera un diálogo estrecho entre los intérpretes, los motivos breves y concentrados, reflejan esta herencia en la obra. En cuanto al Trio 1955 (1955) y el Trio 1956 (1956), ambas obras representan a Esteban Eitler en un momento en que sus actividades de intérprete y compositor de Tonus alcanzan un interesante equilibrio. Ambas obras reflejan un uso bastante libre de la composición en base a series de doce tonos, dejando espacio a un diálogo camerístico entre sus intérpretes, donde atmósferas diversas se explayan en un discurso que explora sonoridades diversas y novedosas.

Por su parte, Fré Focke no compuso obras dodecafónicas durante su época en Viena, sino que lo hizo recién en Chile, ingresando a lo que él mismo denominó como un ‘vuelco hacia la abstracción’ a partir de 1954. Así, mientras la herencia del expresionismo es clara en su obra más conocida, Le tombeau de Van Gogh (1951), correspondiente a veinte breves piezas para piano inspiradas en veinte cuadros del famoso pintor holandés, los ciclos de los Intervalos. Música dodecafónica instructiva para piano (1955) y Transiciones / Übergänge (1954/1955) intensifican tanto la brevedad extrema como también la factura puntillista y evidencian un trabajo consciente a partir del total cromático, organizado en series. No obstante, no se trata de un trabajo contrapuntístico en base a las series y sus inversiones, ya que muchas veces los movimientos son tan breves, que el movimiento termina tras haber presentado una única serie de doce tonos. Transiciones (1954/55), canto, piano y diversos instrumentos consta de trece partes, de las cuales se presentan en este disco seis de ellas. Transiciones. 11 lieder sobre poemas japoneses (1955), para canto y piano, fue publicada de manera separada del ciclo. En estas obras, la herencia del expresionismo alemán es evidente en el trabajo de la voz, que alterna el canto con el Sprechgesang, logrando una interpretación cuidadosa y profunda de los textos de poetas japoneses, del propio compositor y de Rabindranath Tagore, cantados en alemán. En su brevedad, cada lied presenta un breve acontecimiento, que desemboca rápidamente en el próximo, idea que podría motivar el título de “transiciones”. Por su parte, Intervalos (1955) demuestra que el camino a la abstracción, de manera similar al de los pintores expresionistas, no implica para Focke que las obras pierdan su contenido profundo. En el caso de esta obra, cada uno de los 44 movimientos está introducido por un haiku japonés, el cual sólo puede ser leído por el pianista. El haiku consiste en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, los cuales representan imágenes vinculadas mayormente a la contemplación de la naturaleza. Las breves y efímeras imágenes elegidas por Focke dotan de significado a las piezas musicales, cuya dificultad técnica va aumentando progresivamente. Por estas características, es probable que el subtítulo Música dodecafónica instructiva para piano aluda a ofrecer obras que instruyan a los pianistas en el lenguaje atonal o dodecafónico, en la tradición de otras escuelas para piano, por ejemplo, el Microcosmos de Béla Bartók.